El Gobernador se aísla y la Nación lo aísla cada vez más como estrategia. Las provincias, en plena crisis, dependen de una asistencia que está condicionada. Cómo impacta dentro del Gobierno la crisis por el Impuesto Automotor. La política del «náufrago».
El hombre se queda solo y aprende a sobrevivir con lo que tiene a su alrededor. Con pensamientos encontrados y angustia, maldice, pero a la vez espera la ayuda de alguien; un reclamo abstracto por las circunstancias que lo rodean. La situación de Chuck Noland, el náufrago interpretado por Tom Hanks en el cine, es desesperante, pero resiliente. Pues Rodolfo Suarez y sus compañeros gobernadores son una especie de «Noland», aislados a la espera de ayuda mientras sobreviven el día a día. Tras el desánimo inicial porque la ayuda no llega, al Náufrago no le importa mucho el futuro mediato, porque no sabe si lo habrá. Allí está el problema de fondo.
La política de aislamiento y dependencia se acentúa con el mandatario mendocino. El Gobernador tiene relaciones rotas con la Nación y no hay vías de comunicación. El problema es que la mitad de los recursos ordinarios dependen de las transferencias de Casa Rosada, pero también los recursos extra para obras, ayuda de emergencia y autorizaciones para endeudarse. A mayor dependencia financiera, menor autonomía política. Y, también, mayor exigencia a la creatividad y pericia política para sacar adelante a la Provincia.
Las comunicaciones con Wado de Pedro, que eran habituales, ya no existen. En Casa Rosada reflotan el viejo modelo de poder delegado por goteo y a demanda: contactos directos con intendentes, empoderamiento de dirigentes que corren en paralelo y rigor a los enemigos políticos. El ninguneo en la misión a Chile fue el mayor símbolo de esa estrategia. En el texto donde se detallan los acuerdos bilaterales los dos presidentes se comprometen, por ejemplo, a ejecutar obras en Mendoza que requieren la gestión del mandatario al que se olvidaron de subir al avión.
Suarez también queda aislado de la estrategia de sus pares gobernadores; incluso los correligionarios. Durante la semana, Gerardo Morales y Gustavo Valdés comenzaron un lobby propio para suspender las PASO, en coordinación con los gobernadores peronistas. Todos quieren suspender las primarias, el Gobierno nacional y el bloque duro de Juntos por el Cambio se niegan. Suarez no fue consultado y tiene una posición intermedia difícil de resolver desde las leyes: asegura que no tiene sentido tener PASO cuando no hay competencia electoral. Mientras decide el calendario electoral local, Suarez deja en manos de otros dirigentes la rosca política y también los reclamos. Como el náufrago que maldice pero demanda ayuda, el Gobernador piensa lo peor de la Nación, pero lo expresa con una energía menor. «Delega eso en Cornejo, Petri y otros dirigentes», aseguran. Para Casa Rosada es una situación de confort también. Las «palomas» dentro de Juntos por el Cambio son justo los dirigentes que más necesitan cerca (todos los gobernadores y el Jefe de Gobierno porteño). Los «halcones» son Cornejo, Bullrich, Pichetto y otros dirigentes que no tienen la responsabilidad de gobernar.
En Casa de Gobierno se profundizaron algunas heridas. La tensión generada por repercusión de la suba del Impuesto Automotor es el motivo. El pedido de revisión del tema es algo que en el fondo no convence ni al propio mandatario, pero la señal dada debilita a quienes elaboraron la norma. Allí está la diferencia que se profundiza y hace mella en el ánimo de los funcionarios que estuvieron con Cornejo y se mantienen con Suarez: cómo sostener las propias decisiones y también el «blindaje» previo a las medidas que se toman. «Hay buena voluntad y esa es la impronta del Gobernador: dialoga con todos. Pero el problema es que lo hace luego de tomar medidas», grafican. Ese ida y vuelta es el que desgasta. También hay reclamos a la inversa; es decir quejas por la exposición que supone para Suarez el tema y no haber advertido con antelación que podía pasar.
En el radicalismo estaban acostumbrados a someter a prueba las medidas antes de ejecutarlas. Evaluar costos, beneficios y posibles consecuencias. Y una vez tomada la decisión, sostenerla hasta el final. O, en cambio, no avanzar. Cornejo, por ejemplo, está a favor de desarrollar la minería y hasta elaboró una política sobre el tema. Pero no lo ejecutó en su mandato por temor a no controlar la situación. Suarez avanzó, pero tuvo que retroceder. Lo mismo con otras decisiones.
La reunión del lunes con los intendentes puede tener mensajes ambiguos. Los radicales están dispuestos a sostener la ley como está. El peronismo vio la veta y aunque tenga costos altos para los municipios irá por los cambios. Nuevamente juega el factor «expectativas»: el Gobierno abrió la puerta a que haya cambios y difícilmente pueda obviarlos. La visión menos dramática es poner un tope a los aumentos, cuestión que favorecería a un grupo de unos 50 mil mendocinos que tienen vehículos nuevos. Esa metodología se usa en el Impuesto Inmobiliario y también se aplicó para la suba de salarios. Los impuestos patrimoniales representan un porcentaje menor de la recaudación prevista: 8.500 millones de pesos. Los que gravan la actividad económica, en cambio, mueven la aguja: casi 50 mil millones de pesos que se pagan desde que se compra un caramelo hasta que se transfiere un auto.
Subas y perdones
La respuesta que nadie da es cómo se financiará el Estado. El ministro de Hacienda intenta explicarlo, pero el contexto no ayuda. El esquema fiscal de las provincias es complejo y dependiente. El Náufrago tiene cada vez menos opciones. Mendoza intentó bajar tributos para favorecer la inversión, pero la realidad hace chocar cualquiera de esos intentos. Desde la industria petrolera (que se derrumbó por la falta de demenda), hasta el turismo (destruido por la pandemia).
El debate por el aumento del impuesto abre puertas que el Gobierno no quería. Entre ellas la impericia para cobrarle a los principales deudores, cuyos nombres se repiten siempre (desde inmobiliarias, hasta petroleras y empresas de alquiler y transporte) y una particularidad de este año: Suarez le condonó la deuda de patente e impuesto inmobiliario a todos los deudores desde el 2015 hacia atrás. Así está explicitado en el artículo 39 de la ley impositiva, la misma norma que ahora quieren modificar para amenguar el impacto de la suba del automotor.
Los números de la realidad no ayudan y preocupa en Balcarce 50 y en Peltier 351. Por ahora todo es urgente, nada estratégico. La realidad mendocina y argentina están ahogadas en la inmediatez. El día a día. Le pasaba a Noland, el náufrago, que no sabe si habrá uno o cien días más por delante y, así, poco le importa. Una realidad aún más angustiante. Claro, hasta que decide enfrentar las olas y planifica su salida de la isla, de manera resiliente. Entonces el Náufrago; los náufragos, pueden generar alguna esperanza.