NUEVA YORK, Los millonarios residentes también tienen sus penurias en sus costosos departamentos de las super torres que, en los últimos 5-6 meses, cambiaron el horizonte de Manhattan y ellos ahora padecen en sus viviendas filtraciones de agua, grietas en las paredes, desperfectos en los ascensores y por ellos deben pagar altos costos de manutención.
Esto sucede en el 432 Park Avenue, el mismo lugar que alguna vez fue el edificio residencial más alto del mundo y un símbolo del auge de los condominios de lujo de la última década.
Frente a esta situación, el New York Times (NYT) centró su atención en ese lugar de 96 pisos y 426 metros de altura y revela los conflictos dentro de una de las torres más secretas y exclusivas de la ciudad, donde los adquirientes no esperaban encontrar problemas al momento de la compra.
Un quinquenio atrás sus departamentos de decenas de millones de dólares eran la vedette del mercado inmobiliario, hoy los inquilinos están en desacuerdo entre ellos y con los constructores mostrando una serie de inconvenientes estructurales que, según los expertos citados por el diario, podrían ser comunes a otras torres de la llamada «Billionaire Row».
Y no solo la huida a causa del Covid-19 volvió la vida en Nueva York menos apetecible para estos multimillonarios.
«Estaba convencida de que era el mejor edificio de Nueva York y continúan presentándolo como un don de Dios, pero no lo es», el Times cita palabras de Sarina Abramovich, esposa de un ex ejecutivo del petróleo que en 2016 pagó 17 millones de dólares un departamento «trofeo» en los pisos altos.
Dos años atrás una pérdida de agua le provocó daños por medio millón de dólares.
Ese mismo años el ático del piso 96 en la parte superior del edificio se vendió por casi 88 millones de dólares a una empresa que representa al magnate minorista saudí Fawaz Alhokair.
La cantante y actriz Jennifer López y su pareja Alex Rodríguez compraron un apartamento por 15,3 millones de dólares en 2018 y lo vendieron aproximadamente un año después.
En 2019, un inquilino quedó atrapado la noche de Halloween una hora y media en un ascensor luego de que fuertes vientos bloquearan la cabina en pleno recorrido. Escenas de una película de terror.
Todos los rascacielos oscilan por el viento, pero en esas alturas el efecto es mucho más fuerte. Y para no hablar del ruido, un problema común a todos los edificios muy altos, dijo Luke Leung del estudio de arquitectos Skidmore, Owing and Merrill.
Actas de una reunión de condominio visualizadas por el Times hablan de chirridos siniestros, explosiones, y «un sonido como de una bomba» cada vez que la basura es arrojada en un tobogán explícitamente para los residuos.
Los problemas estructurales se sumaron con los años a un vertiginoso aumento de los gastos comunes (+40% en 2019) y de los seguros.
Uno de los constructores, CIM Group, dijo al Times que el rascacielos es «un proyecto de éxito, bien construido y prácticamente todo vendido», aún admitiendo «problemas en su manutención como ocurre siempre en todas las nuevas construcciones».